lunes, 23 de mayo de 2011

Indignado

La responsabilidad de un hombre no puede encomendarse ni a un poder ni a un Dios. Tampoco podemos pretender justificar nuestras acciones con factores externos que intenten solicitar un perdón ante una conducta no acorde con las normas sociales. Cual es el límite para estar dentro de la justificación,o, para que una conducta desviada sea considerada como impune. Sinceramente no lo se, quizá estemos ante la subjetividad de cada individo .
Pero que ocurre cuando en una relación personal o sentimental se deben valorar estas situaciones cotidianas .. Cual es el parámetro objetivo que hace que unas conductas sea quien sea quien las realice no supongan una ruptura. En las relaciones Iglesia feligrés surge un nuevo aspecto. La iglesia interpreta la palabra de Dios. La sociedad ha evolucionado y muchas situaciones no vienen recogidas en el Nuevo Testamento. Quien valora este pecado? Cual es la línea de corte para considerar una acción como pecaminosa?.. Pueden darse situaciones tan singulares que una mujer se divorcia por que su marido que la maltrata y es inmediatamente ex comulgada aunque cumpla todos los mandamientos de Dios. . En cambio un sacerdote abusa de menores y sigue ejerciendo su santo oficio o lo llevan a la reserva en un monasterio perdido de la montaña. Algo falla .
Estoy indignado, no por motivos del 15.M que desde aquí aprovecho para darle mi apoyo , sino por que no se han tenido en cuenta ningún factor externo. Quizá mi acción fue de tarjeta roja directa, pero no me encomendé ni a un poder ni a un Dios para justificarme sino en unos factores externos que con el transcurso del tiempo me volvieron en un ser distinto. Me empapé de una situación alejada a la realidad, caí en la más auténtica desidia. Desde aquí no vengo a pedir perdón, no funcionó , se lo dejaré a Dios que para eso es su oficio . La desgracia es que en ocasiones entra un factor que es el olvido . Yo suelo olvidar muy fácilmente las acciones reprochables y pienso que es recíproco, pero se ve que no.

Cuando leí estas líneas me recordó a un momento de mi vida que ya había olvidado

Sostribo mi desidia en la barra de algún bar;
me bebe el malestar, y me come la apatía.
Y en este parolismo me encuentro cada día,
y en este parolismo me pierdo cada día.

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